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Sunday, October 22, 2006

Ser misionero es anunciar que Dios es amor, explica el Papa
En el octogésimo Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND)

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 22 octubre 2006 (ZENIT.org).- En el octogésimo Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), Benedicto XVI explicó que ser misionero significa «llevar a toda persona la buena noticia: “Dios es amor”».

«La misión, si no es alentada por el amor, queda reducida a actividad filantrópica y social», aclaró a mediodía al rezar la oración mariana del Ángelus desde la ventana de su estudio junto a unos 30.000 peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

El mensaje que, como de costumbre, había escrito el Papa para esta Jornada tiene por lema «La caridad, alma de la misión».

«La misión surge del corazón --reconoció el pontífice en una apacible jornada de otoño romano--: cuando uno se detiene a rezar ante el Crucifijo, con la mirada puesta en ese costado traspasado, no se puede dejar de experimentar dentro de uno mismo la alegría de experimentar que se es amado y el deseo de amar y de hacerse instrumento de la misericordia y la reconciliación».

Como ejemplo, citó la experiencia que vivió hace precisamente ochocientos años el joven Francisco de Asís, en la pequeña iglesia de San Damián, que entonces estaba derruida.

Escuchó la voz del Crucifijo que le decía: «Vete, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas».

«Aquella “casa” --aclaró el sucesor de Pedro-- era ante todo su misma vida, que había que “reparar" mediante una auténtica conversión; era la Iglesia, no la que está hecha de ladrillos, sino de personas vivas, que siempre necesita purificación; era también toda la humanidad, en la que Dios quiere hacer su morada».

La misión, constató, «siempre nace del corazón transformado por el amor de Dios, como lo testimonian innumerables historias de santos y de mártires, que de diferentes maneras han gastado la vida al servicio del Evangelio».

Por eso, aseguró, en la misión «hay lugar para todos», según sus diferentes estados de vida.

En concreto, aseguró, hay espacio en la misión «para quien se compromete a realizar en su propia familia el Reino de Dios; para quien vive con espíritu cristiano el trabajo profesional; para quien se consagra totalmente al Señor; para quien sigue a Jesús Buen Pastor en el ministerio ordenado al Pueblo de Dios; para quien se va específicamente a anunciar a Cristo a quienes todavía no le conocen».

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